¿Cómo puedo sanarme a través de la alimentación y el estilo de vida?
Cuando pensamos en conceptos tan básicos como “sanarnos”, la mayoría ligamos este concepto a algún tipo de medicina que puedo adquirir en la farmacia. Pasamos por alto que nuestro cuerpo fue hecho en su totalidad para poder sanarse a sí mismo, si éste funcionara en su estado original, sin todas las alteraciones que le hemos añadimos con nuestras malas prácticas.
Entonces uno se pregunta. Pero, ¿Qué tan malo he hecho con mi cuerpo que está tan atrofiado, enfermo, cansado, estresado y un sinfín de cosas más?
La mejor respuesta a esta pregunta es, cuánta conciencia real tengo de qué debo echarme o no a la boca, de qué afecta negativamente a mi salud por más que parezca una práctica indefensa y de cómo realmente funciona nuestro cuerpo desde hace miles y miles de años.
Remontémonos un poco al pasado, cuando nuestros abuelos vivían en el campo y comían aquello que sembraban ellos o sus vecinos, y sí, vivían menos años, pero su calidad de vida, vigor y vitalidad era mucho mayor a la de alguien de su misma edad hoy en día.
En la actualidad vemos jóvenes que no tienen ganas de hacer nada más que estar horas frente al computador o celular y adultos que luego de sus largas jornadas laborales no quieren nada más que llegar a casa a acostarse y continuar viendo su serie de Netflix.
¿Qué pasó entonces entre mi abuela que a sus 70 años cortaba con hacha su leña para el fuego y un adulto de 30 años que no tiene energías ni para hacer bien su cama?, por qué este inmenso cambio.
Y si continuamos remontándonos más y más al pasado, las diferencias son más y más abismantes.
Pero no todo es malo, siempre está a nuestro alcance la posibilidad de volver a darle al cuerpo aquello que lo haga funcionar de manera plena.
Y aquí es donde podemos parar un poco y ponernos a pensar en qué cosas estamos haciendo bien y cuáles necesitan ser cambiadas. Una manera fácil de hacer esto es preguntarnos cómo nos sentimos en la extensión de todo lo que somos: en nuestros pensamientos, en nuestras emociones y en nuestro cuerpo físico, también pensar en cómo estamos llevando nuestra vida, en qué cosas tienen verdadera prioridad en nosotros y cuáles no están teniendo ninguna y por último meditar en si estamos realmente felices con nuestra versión actual y si fue lo que pensamos de nosotros cuando nos proyectamos en nuestra juventud a nuestra vida de adultez.
¿Somos felices con quienes nos hemos convertido? Y basta de pensar que la felicidad es ese estado de “final feliz de Disney”. Esta felicidad tiene más que ver con la paz, la trascendencia, la coherencia entre lo que quiero ser y lo que soy, la congruencia entre las semillas que están plantadas dentro de mí y los frutos que estoy dando.
Entonces ya comenzamos a incomodarnos, porque el mundo actual poco tiempo nos deja para poder reflexionar en este tipo de cosas y al final somos unos robots que trabajan para poder poseer cosas, cosas que ni siquiera podemos disfrutar porque estamos demasiado cansados para hacerlo.
Con todo lo descrito antes no me perdí del tema, más bien quiero apuntar a lo medular de NUTRICIÓN SANADORA, que no se centra solo en darte un tipo de dieta para que bajes de peso, sino que puedas entender los múltiples factores que te han traído hasta donde estas hoy y puedas tú mismo sanarte con las nuevas decisiones y herramientas que comiences a tomar.
Entonces, cómo puedo sanarme a través de la alimentación y el estilo de vida: entendiendo de qué estas carente hoy, desde dentro hacía fuera; comprendiendo qué es lo que debo tomar para mi desde fuera y que sí o sí cambiara lo que soy por dentro.
La comida que como es una parte fundamental en esto, los horarios a los que como también, a qué hora me voy a dormir, cuanto tiempo dedico a algo solo para mí, cuanto tiempo dedico a otros, a quién presto oídos, cuánto tiempo paso en la naturaleza, etc, etc.
Como dato curioso, enfermedades como la pérdida de memoria, diabetes, resistencia a la insulina, hipertensión, estrés, hígado graso, etc., son todas enfermedades modernas de hace solo unos cientos de años, pero llevamos miles ya como seres humanos en la tierra.
La proliferación de estas enfermedades está totalmente ligado a la alimentación y vida moderna que llevamos, las comidas ultra procesadas, el azúcar a la orden del día, las calorías vacías que ingerimos y la vida llena de estrés y falta de descanso real.
Un consejo concreto de alimentación que puedo darte hoy, que sirve para todas las personas sin importar la enfermedad o síntoma que padezcan, es que quites del todo la comida chatarra de tu menú, disminuyas lo más que puedas las comidas procesadas (menos compras en el supermercado, más compras en la producción local de alimentos sin manipulación industrial) y estés más en contacto con la naturaleza y menos encerrados frente a las pantallas.
Con estos simples consejos, fáciles de seguir, su vida y su salud cambiaran radicalmente.